Ser CEO en los días del coronavirus

 

Soñaste toda tu vida con ese puesto. Fue el objetivo de tu vida. Te ha motivado la ambición, el gran bienestar económico que acarrea, el prestigio, el saber que sos parte de una elite, y la gratificación de haberlo logrado.  Te preparaste toda la vida para manejar conflictos, stress, situaciones difíciles, y desarrollaste la capacidad de tomar decisiones en contextos y circunstancias más que problemáticas.

Pones “estratega”, o “estratégico” en tu CV, y lo sostenes con firmeza y seguridad, muy convencido.

Sin embargo …

Cuando disfrutabas las mieles (merecidas) del cargo que tan bien te ganaste, de pronto te toca ser el capitán de un barco que marchaba bien, pero lo bombardean por todos lados (de arriba, del costado y de abajo), le entra agua por todos lados, miras alrededor y ves oscuro, y si mirás al horizonte más. Mirás a los barcos a tu alrededor y están igual o peor que vos. Los analistas y expertos opinan y se desdicen muy fácil, indicando que en realidad, no tienen ni idea que hacer, pero opinan igual, sumando desconcierto. Y tus marineros te miran esperando que los saques rápido de esta situación. Solo parece que queda el factor “rezo”, último salvavidas que queda, aún no siendo muy creyente …

Entonces,  y mientras te mirás al espejo a la mañana, te preguntas: “¿Quién me trajo acá?” . “¿Por qué me tengo que bancar esto?” Es más, hasta coqueteas con el: “me quiero ir..”.

Pero, y aún en este mar de olas grandes e imposibles, algo te tiene que sostener. Cual mástil para Ulises en la Odisea, hay algo que te debe anclar y permitir sobrellevar la tormenta/virus. Es que no es casualidad que estés en el lugar que ocupas, aún en los peores momentos sos la persona adecuada, y aún sintiendo que no estas tan tan preparados… igualmente tenes que demostrar quien sos y porque. Demostrar y demostrarte que tu madera es buena, y que estás más que preparado para esta tarea en este mar de grandes dificultades.

Es el momento de no flaquear, de sacar fuerzas de algún lado, sosteniendo la paciencia con visión y con criterio. Reforzar el trabajo el equipo, la planificación acertada, la toma de decisiones basada en información y datos (y no solo percepciones), el saber transmitir la tranquilidad priorizando el ser humano sobre todas las cosas, dejando las mezquindades de lado y siempre comunicando y mucho, con moderado optimismo y con la empatía a flor de piel. 

Es que en los momentos donde todo se derrumba, siempre hay una voz necesaria para liderar, guiar, mantener la cordura y el norte, que sepa  y quiera decidir, y que generalmente lo hace bien. Esa persona es un estratega, no el del CV, sino el de verdad.  Es el lugar que siempre soñaste, y que hoy más nunca te necesita.

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Diego Regueiro

Director Ejecutivo
www.marketingyestrategia.com


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