El marketing infantil
El otro día mi hija (que no tiene 3 años aún) cantaba esta canción: “Mi bebé, mi bebé, que lindo mi bebé, yo lo quiero mucho a mi bebé, mi bebé de Yolybell”. Con cierta nostalgia, recordé que esa publicidad también existía cuando era yo pequeño. Y si bien era para una publicidad para nenas, era imposible no recordar esa melodía pegadiza. Me vinieron a la mente también otras publicidades de cuando era chico, como las veía en la TV y seguramente luego le insistía a mis padres para comprarlos y tenerlos.
Con esta situación, me surgió el primer tema: ¿Qué tan influenciables son los niños a los avisos publicitarios? Si existe algún debate sobre la influencia o no de la publicidad en el comportamiento de los adultos, sobre los niños no hay duda: es muy fácil influir en ellos. Estudios muestran que hasta los 8 años la mayor parte de los niños son incapaces de comprender la intención de persuasión, los que los hace especialmente vulnerables a la publicidad.
Pero este debate que no es nuevo, se ha profundizado con la llegada de Internet. Porque las estrategias del marketing infantil es muy distinta en el ámbito on-line. El marketing tradicional consistía en mostrar los productos y apelar a los mensajes promocionales para llamar la atención del niño. En cambio, el marketing digital recurre al contenido como arma de vínculo.
Las marcas dedicadas al público infantil han virado sus estrategias y profundizado la creación de contenido, creando páginas web interactivas, advergames, y hasta aplicaciones para smartphones con juegos interactivos y muy modernosos. Son juegos que ejercitan la creatividad y divierten, muchos de ellos muy bien pensados y hasta con soporte pedagógico. Pero por otro lado, el grado de exposición de los niños a las marcas es mucho mayor. Mientras que la TV es un medio tradicionalmente pasivo, estos medios son muchos más dinámicos y la interacción es mas personal e íntima y mucho más profunda.
Surge entonces la preocupación: ¿quién controla y regula que ese contenido sea el apropiado? Ante la vulnerabilidad de los niños ante todo lo que se les muestre, los medios tradicionales son sometidos a ciertos controles (no siempre eficaces), pero el mundo Internet es hoy un espacio sin regular. Pero lo peor, aún regulando la actividad, nadie podría asegurar que esta sea la mejor solución.
¿Entonces? Es un tema sin solución aún. Por un lado, debemos confiar que las marcas hagan su deber y que lo que compartan con nuestros hijos sea dentro de los límites de los valores esperados. Pero por sobretodo, es el rol de los padres los que tienen la mayor responsabilidad, educando sobre el alcance del marketing y la publicidad, interviniendo en forma activa y estableciendo los límites necesarios para protegerlos de tanta exposición.