Otra vez empezando mi posteo con el nombre de una canción…esta vez de Soda Stereo “Quiero que me trates…suavemente”.
El management de “personas” se repartió siempre entre el fino equilibrio entre el argumento duro y la pausa liviana. Antiguamente siempre se habló del carácter y la personalidad omnipresente como forma de gobernar las cosas en el trabajo, donde primaba ciertamente el modo más autoritario – cualquier esbozo de sensibilidad era hasta visto como una debilidad.
Esta forma de liderar fue mutando “hacia el centro” con un recorrido errático pero cierto. Recuerdo casos no tan lejanos de tratos duros, cercanos a modos pasados, fuera de época, pero reales y vistos como efectivos. Pero comienza a ser el común hoy el trato más balanceado.
Pero … en este supuesto balance … ¿Cuánto margen hay hoy para el trato no suave? ¿Hay espacio actual y de futuro inmediato para una conducción binaria? ¿O cuando nos queramos acordar, el trato cuidado, es el único trato posible? ¿Se puede entonces liderar, aunque sea a veces, exigiendo con vehemencia, levantando un poco el tono de voz, o jugando con palabras no tan correctas? Parecería que NO. Todo pasaría a ser visto con un cristal demasiado opaco: ya casi no hay lugar para esas formas.
Bienvenidos entonces al mundo del trato suave y cuidado. Un mundo laboral claramente más correcto y humano. Que requiere de los gerentes desarrollar capacidades antes mixtas y ahora únicas: el liderazgo soft, con los galones en el ropero y la seducción a flor de piel. Líderes de escritorio pero también de corazón, con audiencias menos dóciles, algo esquivas y muy escépticas. ¿Están los gerentes preparados para tocar esta música? Todo un desafío.