En algunos posts anteriores hemos destacado que el marketing está lejos de ser una ciencia exacta, y que en ocasiones las fórmulas ganadoras son a veces las más simples y conocidas.
No hay que darse la cabeza con grandes conceptos o rebuscados posicionamiento marcario. El manual de marketing tradicional dice: toma un atributo de un producto, algo diferencial, y con un poco de creatividad y suspenso, ya tenés un mensaje ganador o distinto.
Los manuales del marketing dicen que la clave es encontrar siempre un INSIGHT poderoso, que de pie a una verdad irrefutable de los clientes, y en base a ese “hallazgo” construir un mensaje, un concepto creativo, una acción de marketing o un corto publicitario.
Cuanto más certero el insight, seguro que más acertará en lo que al consumidor le importa de verdad.
Dicho esto… no siempre ese INSIGHT se puede encontrar. El tan preciado descubrimiento no se da tantas veces…pero cuando se logra, el impacto es impresionante.
La aparición de canas en la mujer no es un hecho menor, y demuestran un claro paso en la vida evolutiva: ser una “señora”. Con eso en mente, la marca Issue hizo este video.
¡Notable! Difícil no resistirse a verlo por completo, y sobretodo empatizar con las situaciones. Si ese es el resultado, estamos ante una pieza bien lograda, y ésta lo es.
Andy tiene un local desde hace tiempo en mi barrio. Es un local de arreglo de zapatos. El local está bien puesto, prolijo y limpio, y como hace tiempo que está en el barrio, tiene una buena clientela y trabajo. Y no es barato. Le va bien, tiene su auto, se toma vacaciones, sus hijos ya son grandes, son con su mujer muy fanas de River Plate y van todos los domingos a la cancha donde tienen platea.
Andy, no piensa en crecer, ni abrir otro local, ni otras ambiciones.
¿Por qué?
Andy no piensa en crecer, porque él es su propio dueño, y no tiene ambiciones mayores de rentabilidad.
¿Existen empresas grandes que, como Andy, no tengan desesperación para crecer?
No, porque las empresas con accionistas, tienen otros parámetros. Crecer es resultado de la presión de los accionistas por hacer valer y crecer el dinero invertido. Y creciendo, es la forma que una empresa puede responder a esa presión de resultados: trayendo más y mejores volúmenes de negocio, y por eso más rentabilidad. El capital fluye y es movible: busca siempre maximizar los resultados, rompiendo la ecuación riesgo/resultados, hacia su favor. Si no rinde lo esperado, el capital vuela para otros negocios, más rentables.
Crecer NO es una estrategia en sí, pero es un ejercicio obligado para los gerentes de las empresas. La búsqueda del crecimiento es un ejercicio estratégico de por sí. Pero, el objetivo de crecer, no surge de las voluntades, ni de los presupuestos, sino que surge de las oportunidades. El crecimiento depende más que nada, de la detección de oportunidades y de los recursos y acciones para detectarlas y captarlas, que de la enunciación altisonante que solo pide, exige, CRECER.
Crecer, pero dónde, cómo y cuándo (para luego definir cuanto)
En definitiva, si no podemos ser como Andy (y estar tranquilos sin ambiciones de crecer), entendamos como el crecimiento existe y porque, y trabajemos para cumplir con el mandato de crecer… con inteligencia.
La Asociación de Marketing de España es una entidad con mucha trayectoria en aquel país (fue fundada en 1061, su web es www.asociacionmkt.es), que agrupa a los profesionales y empresas de marketing de España.
Todos los meses publica en su página una selección de los 10 mejores posts sobre marketing. Con gran satisfacción, en la selección de junio, la asociación ha elegido (y posicionado en primer lugar) al post “El marketing digital light” publicado en mi página en mayo de este año, entre los 10 mejores posts de marketing del mes.
No conozco a nadie en la Asociación, pero agradezco el reconocimiento, y la repercusión, dado que esta selección ha sido publicada en todas las redes sociales, con las repercusiones respectivas.
Una caricia al alma, esta vez desde la Madre Patria. Gracias!
Existe mucho escrito sobre cómo ser buen jefe, como ser líder, como cultivar el liderazgo, etc. Como manejar gente, como cumplir resultados, exigir, y por otro lado cumplir, y que la gente te quiera y te siga. Todo muy loable, muy digno … pero insuficiente.
¿Por qué?
Se escribe mucho sobre cómo ser un buen líder o jefe, pero poco sobre como ser un buen empleado o subordinado.
Comparado con obedecer, dar órdenes es fácil. A nadie le gusta recibir órdenes o que le digan que hacer. La gente resiste las directivas, en el pasado las estructuras jerárquicas de poder se “bancaban” porque algún día te tocaría estar en ese lugar. Como un camino obligado y difícil, con una meta final.
Hoy, esa zanahoria, no existe. Pero el dolor y la incomodidad siguen estando.
Entonces, en una cultura y sociedad, donde el “ser obligado” se soporta menos, ¿cómo lograrlo? Se dice y con razón, que la gente se va de los trabajos por los jefes, y por más que existan grandes chorros de tinta escritos sobre cómo ser un buen líder o jefe, aún los mejores, no dejan de ser “jefes” y hay que tolerar su poder y su ejercicio del mismo.
Es que así funciona el sistema: hay jefes y hay gente que obedece. Pero los que obedecen, ¿cómo hacer para seguir siendo felices a pesar de ser “mandados”?
Poco escrito sobre este tema, pero verdades a gritos. La gente, en su impaciencia, lo resuelve de diversas maneras, pero todas negativas en función del resultado final: el bien mancomunado, que las cosas se hagan y bien, y todos ganen.
De esta manera, filósofos y estrategas del mundo: a trabajar!. Enseñen a liderar, pero también a ser liderados. Compartan herramientas, aprendizajes, coaching, no a los titulares sino también a la “plebe” de cómo ser liderados y no morir en el intento.
En ese intento, tal vez se los pueda entender un poco más, y así como se enseña a ser liderados, de paso, se pueda humanizar más las cosas, y los líderes seguir aprendiendo a ser buenos jefes.
Está de moda, se habla de eso. Se dice que los fracasos enseñan, que los fracasos te hacen crecer. Casi, que es la única forma de aprender. Que el pasar por un fracaso, es casi una forma de entender los éxitos posteriores.
Pongamos el tema en realidad, y hablemos en serio sobre el tema.
¿Existen los fracasos?Sí, claro. Pero, la primera observación, es que un fracaso en sí, en primera instancia, la única señal que nos comparte es mala praxis o mala suerte. O le erramos fiero en algo, o pasó algo (fuera de nuestro radar, imprevisto, casi un cisne negro) que nos hizo fracasar. Porque estamos hablando de negocios, ¿verdad?
Pero no solo eso, porque los fracasos tienen consecuencias: un negocio que no funciona, son capitales que se esfuman, personas que quedan sin trabajo, incumplimientos y hasta problemas legales (y que pueden ser también penales). Recuerdo una película antigua de Al Pacino, donde el protagonista había salido recientemente de la cárcel…por haber librado cheques sin fondos.
Al fracaso no hay que ponderarlo, hay que evitarlo. Que no quiere decir que no hay que asumir riesgos. Los negocios tienen siempre una cuota de riesgo, que puede ser mayor o peor, y generalmente se puede hasta calcular de entrada. Porque si decimos que fracasamos en un negocio que se presentó de entrada como riesgoso, es parte del cálculo inicial, y puede no gustar pero no sorprender. Ya se sabía que podía…resultar mal.
También es cierto, que los fracasos nos enseñan, todo conocimiento es bienvenido, pero … ¿a qué precio? Hace muchos años conocí a una persona que perdió mucho dinero en una operación. Le pregunté, buscándole la vuelta “autoayuda” a la cosa…”’¿qué aprendiste de lo que pasó”? “Nada, me dijo, que fui un bolu….” Tardó 10 años en recuperarse y le costó demasiado el error. Demasiado costo para justificar un aprendizaje.
Ojo entonces con disfrazar con mensajes la verdad de los fracasos. Fracasar no puede ser algo bienvenido sino que debe hacerse todo lo posible para evitarlo. Que el fracaso finalmente suceda, siempre es una peor opción, a que no pase el fracaso. Y aún si pasa el fracaso, está bien aprender de él, pero ojo con idolatrarlo: nada es más dulce y bienvenido, que un lindo NO fracaso.
En la búsqueda de concientizar, Movistar toma un tema muy moderno, un problema grave, facilitado por la tecnología, y crea una campaña de concientización bien efectiva. Realmente lo logra, porque la historia está bien contada, la música acompaña en forma adecuada, está excelentemente actuada … y nos lleva hasta el final, que es tremendo.
Bienvenidas las campañas de concientización como ésta, que nos llevan a pensar motivados por la creatividad y el buen trabajo realizado.
El marketing puede apelar a distintas emociones para despertar la atención. En esa búsqueda, siempre el llanto y la risa buscan su lugar predominante… pero, ¿qué tal si vamos en búsqueda de emociones distintas?
Ej, el asco, “asquito”.
Es un recurso poco utilizado…veamos este ejemplo de la marca de alquiler de autos SIXT.
Más allá de recurrir a un recurso válido pero no tan utilizado, lo interesante de esta campaña es que se conjuga una situación familiar (sacarse los mocos es un hábito muy generalizado L) y se “liga” con los features de un servicio/producto. Yendo por un camino poco habitual, para mostrar lujo y servicio.
Leía hoy un artículo que decía “el marketing digital ni gusta ni genera confianza en los consumidores”. Tal vez es un título un poco pesimista o algo distorsionado, pero me llevó a preguntarme… ¿Qué onda con el marketing digital? ¿Es lo que promete? ¿Es la salvación del marketing?
El primer comentario, y me sumo al comentario del primer párrafo, es que es difícil pretender que el cliente este contento con el marketing digital. Si bien puede percibir que la segmentación y la posibilidad de recibir ofertas más personalizas es un beneficio para él…la verdad que no se puede decir que todo es así. Vivimos bombardeados por pop-ups, banners llamativos y ofertas retargeting (a pesar que hace días que ya compramos lo que buscamos o que ya no nos interesa comprar) … y la insistencia no induce sino que molesta. Más los mails masivos y la alta carga de mails spam que nos llenan la casilla. ¿De dónde sacaron mi mail?
Pero también es cierto, que el marketing digital, presentado como la salvación del marketing actual, está lejos de serlo. Se dice y se vende al mundo que el marketing digital es un arma poderosa casi infalible. ¡Y encima más barata! A priori es difícil decirle que no y es hasta políticamente incorrecta ponerlo en duda. Pero las herramientas analíticas que prometen son buenas pero a veces no tanto; la “medición” de su efectividad depende de aquellos que te venden el servicio, y los que te venden se automiden y controlan: algo complicado de aceptar y por eso las últimas quejas en los grandes anunciantes. Por último, el marketing digital tiene la gran ventaja de ser el más intrusivo de todos los marketings: te sigue y persigue por todos lados y cuenta como “visto” situaciones de los clientes que apenas le dieron un vistazo.
Es que en definitiva, lo que más ha cambiado en el último tiempo, gracias a la tecnología, es la variedad de opciones a disposición, SIN PUBLICIDAD, lo que ha dejado en desventaja a las marcas. ¡Qué tranquilidad que da ver una serie o película en Netflix! Sin interrupciones ni tandas publicitarias.
El marketing digital no resuelve el problema de un consumidor que no quiere prestarte atención. Sigue siendo la creatividad y el acierto los grandes pilares de que un cliente te preste su más valorado: Su atención.
Digital es un medio, un medio poderoso, un medio con grandes atractivos, pero es un medio más. Ojo con tomarlo light, muy a la ligera, y creer que el marketing digital, es la solución a todos los problemas del marketing actual. Es más, el marketing digital no sólo NO resuelve todos los obstáculos de hoy, sino que hasta suma nuevos (como es su concentración en pocas manos).
Tomemos al marketing digital con la dimensión que se merece, sin subestimarlo pero sin endiosarlo tampoco.
Cuando empecé a trabajar, hace ya muchos años, el tiempo que le dedicaba a “reuniones” era mínimo. Era más un trabajo de escritorio y mucha comunicación telefónica. Se hacían reuniones, si, pero más esporádicas y difíciles de concertar. Se trabajaba más aislado pero con comunicación directa cuando hacía falta.
Pero …
Cuando surgió la posibilidad de enviar correos entre personas (correos mail internos) la información comenzó a circularizar en forma más fluida y con gran valor para las empresas. Estos sistemas novedosos incluyeron una funcionalidad nueva: la posibilidad de concertar reuniones (calendar) entre varias personas.
Y todo cambió.
Hoy en las empresas, el día transcurre entre reunión y reunión. De una reunión a otra reunión. Superposición de reuniones. Reuniones tras reuniones. ¿Querés ver un tema conmigo? No me llames ni me hables, invítame a una reunión.
Reuniones productivas algunas, otras no, pero todo pasa y gira alrededor de reuniones.
Es un buen ejemplo de cómo una herramienta tecnológica ayuda y no ayuda al mismo tiempo. Recuerdo dos cosas que hacía cuando era “víctima” y “esclavo” de la calendarización de mi tiempo. Me bloqueaba las mañanas con reuniones conmigo mismo, dado que mis mañanas son las mejores para mí para pensar en soledad. Y también el autobloqueo de algunas tardes donde tenía cosas para hacer que requerían tiempo mío y no quería ser invadido por reuniones.
En definitiva, nuestra vida “profesional” no puede ser solo una suma de reuniones diarias. Nuestro tiempo de trabajo tiene que tener sus tiempos, autonomías, y manejada según nuestra agenda.
Ser dueño de nuestro tiempo es un derecho, y también debe ser una opción. Herramientas tecnológicas aparte.
Se habla mucho de la grieta. De cómo seres humanos con diferentes opiniones de las cosas, no logran ponerse de acuerdo; al contrario, en el último tiempo esas diferencias son cada vez más grandes, y hasta acentuadas.
Sin embargo, hay una marca que intenta resolverlo. Vean el video.
Esta fantástica pieza realizada por Heineken es un ejemplo virtuoso de cómo tomar un tema de actualidad, tratarlo con delicadeza y buen tono, y convertirlo en algo positivo…para la marca. Aún cuando se hable poco del producto, se habla mucho de los valores que una marca puede representar.
Sobre todo el valor de escuchar y de no prejuzgar, y como una conexión abierta permite una mayor tolerancia y entendimiento.
Brindo entonces, por una excelente idea, esta vez con una cerveza Heineken.
En su campaña electoral de 1992, el entonces candidato Bill Clinton hizo famosa la frase “es la economía, estúpido!” (en inglés…suena más suave …), resaltando el hecho de que a la gente, lo que realmente le importaba … es que la economía … ande bien.
Ahora, no es novedad, pero cada vez es más evidente, que el talón de Aquíles en las empresas es el tema “Sistemas”. Aún las empresas más manuales, o menos tecnológicas, tienen hoy una clara dependencia, para desarrollarse y evolucionar, en Sistemas.
Sistemas es una “capability” rara en las organizaciones de hoy. Las empresas la reconocen como importante y fundamental, y ESCASA. Pero no todas la piensan como una capacidad a desarrollar, sino que se piensa como un costo, o como un recurso externo y asociado, y variable, y MUY CARO.
No sólo el ser caro, la limita, sino también la disponibilidad de su tiempo. El ejercicio de “priorizar” horas de Sistemas, es un tema crítico hoy en las organizaciones. Crítico, y frustrante.
“Sistemas nunca cumple”, “son lentos”, “no entienden el negocio”, “demasiada burocracia” o “falta de respuesta”, son algunas de las quejas que se escuchan normalmente. Con sus consecuencias: “así no podemos competir”, “el plazo prometido nos saca del mercado”, “dejamos de ser relevantes” o “cuando implementemos no nos va a servir”.
Pero también sufre el cliente. Los vaivenes de sistemas generan cambios en las ofertas y en las condiciones de relación muchas veces, donde el cliente termina o sufriendo las imperfecciones o “bancando” los cambios que lo pueden afectar en el día a día.
¿Es Sistemas entonces el elemento crítico hoy? No me equivocaría decir que las empresas hoy son realmente empresas “sistemas-dependientes” y donde el recurso más escaso son las HORAS DISPONIBLES DE SISTEMAS para programar y desarrollar. Dicho esto, ¿qué se está haciendo con esto? ¿Se niega esta situación, se va a convivir eternamente con esta falta? ¿Qué se va a hacer?
La respuesta tal vez las dan las nuevas empresas nativas tecnológicas. Donde TODO gira alrededor de sistemas. Y casi no tienen empleados, sino “desarrolladores”. Y donde codificar es casi tan importante como respirar. Es seguramente ESE, el futuro empresarial, para este tema.
Mis hijos ninguno quiere ir al medio atrás en el auto. ¿Por qué? Porque a pesar de las comodidades de los autos modernos, sigue siendo el peor lugar para estar en un auto.
Así lo siente la niña de esta aviso que los invito a ver.
¿Por qué me gustó? Primero, me encanto que no se enfocara en los productos (que ricos son!, etc.) sino en una mirada desde las personas. Segundo, nos vuelve a mostrar que a veces no hacen falta “palabras”, para hacer una buena comunicación. Tercero, la confirmación de que una buena música (y en este caso que el estribillo reafirma la situación) siempre es un buen aliado. Y por el último, lo agradable que es ver una buena idea, bien filmada y excelentemente actuada. Con un final feliz a la altura de la producción.
Ambas empresas han logrado “llamar la atención”, lograr que los medios hablen sobre sus campañas. En el caso de Pepsi, tal vez no con el objetivo esperado, y en el caso de Coca Cola, esperando ser…lo que tal vez no se es.
Es que ambos spots pretenden incursionar en caminos nuevos o distintos (lo que es loable), pero lo importante es por un lado, nunca dejar de lado lo más importante: la creatividad. Para hacer publicidad, para comunicar, hay que ser ingeniosos, diferentes, originales, lo que ninguno de los comerciales lo logra. Pero por sobre todo, inteligente, y no “banalizar” o subestimar a la audiencia. Pretender que una marcha de paz (y viendo como se ven hoy las marchas reales en vivo y en directo) se resuelve abriendo una lata, o que se es diverso simplemente haciendo un chiste… es pecar de retrograda.
Bienvenida la diversidad y la apertura mental, cuando se siente o se es visceral, y no cuando es solo oportunista y frívola.
Cuando era chico recuerdo haber leído un libro que en ese momento me fascinó. De Julio Verne, el título del libro (Las tribulaciones …) data la historia de un chino que recorre el país en el 1800 y atraviesa innumerable cantidad de aventuras e historias, muchas de ellas muy fantasiosas e increíbles.
¿Por qué la referencia al libro? Por lo que me pasó la semana pasada. La primera experiencia fue con un banco: descubro por Internet que me duplicaron una compra realizada en un comercio con mi tarjeta de débito. Al hablar al call center, el procedimiento que se me indicó era que debía presentarme “personalmente” con una carta “escrita a mano” para formalizar el reclamo. En la era de los smartphones y la internet de las cosas, tal procedimiento me pareció una antigüedad preocupante. La segunda experiencia fue al realizar una consulta por teléfono de carácter técnica a una empresa proveedora de hosting. La máquina que me atendió me daba amablemente información sobre la espera: “sos el número 3 en espera, y la misma se estima en 4 minutos”. La primera sensación fue agradecer tanta precisión, hasta que la información se comenzó a actualizar periódicamente pero diciendo “sos el número 4 en espera, y la misma se estima en 5 minutos”. Así sucesivamente la actualización me renovaba la información, con una fluctuación preocupante: pasaba del 3ero al 2do lugar, pero luego retrocedía al 5to, cual juego de la Oca virtual. Lo mismo la espera que aumentaba a 7 minutos, bajaba a 3 y luego volvía a subir. Tal sube y baja fue interrumpida cuando corté, pedí hablar con el área comercial (me atendieron enseguida, obvio) y solicité hablar con algún responsable, mostrando los dientes sin que se me vean.
De ahí la referencia a mi libro de la infancia. Me sentí un chino dando vueltas por la China del customer service, donde cada instancia de contacto era un nuevo umbral de sorpresas y desventuras. En el libro de Verne, el final es feliz y cada aventura termina bien. No puedo decir lo mismo de mis tribulaciones domésticas. ¿Será mucho pedir que se pongan en los pies de un cliente?Ciencia ficción, a tono con los lauros del genial Julio Verne.
Primera pregunta: ¿alguna vez se sintieron como el empleado del video? No mojado, sino que fueron, ¿más allá de lo que presuntamente deberían? ¿Qué sintieron?
Segunda pregunta y tal vez más crítica: en su empresa, ¿hay gente que hace esto? ¿la empresa lo permite o lo castiga? ¿qué tan aceptado culturalmente está?
Parece ser que para Sheraton(con más de 100,000 empleados) la respuesta es un sí. Qué no solo lo felicitan sino que lo fomentan. Se puede y debe esperar de un hotel de muchas estrellas, y también de muchas de las otras empresas de servicios (en sus modelos de atención).
La semana pasada compartí una nota sobre la relación entre el populismo y el marketing. Ahora vuelvo a presentar la misma situación pero relacionada a la posverdad.
¿Qué es la posverdad? Es un término relativamente nuevo (nacido en la última década pero con fuerte crecimiento luego de las elecciones americanas donde gano Trump) que se usa en política para describir las acciones generalmente comunicacionales que “falsean” la realidad, dejando de lado los aspectos fácticos para centrarse en un discurso parcial y emotivo. Donde lo que “aparenta” ser verdad puede importar más que la verdad misma. Dado que la mentira conviene más que la verdad sincera. En esta verdad aparente, juegan tanto el que transmite su nueva verdad, pero también el receptor que recibe con beneplácito esta mentira, menos dolorosa y más aceptable que la cruda realidad.
¿Cuánto suscribe el marketing a la posverdad?
La primera realidad es que el marketing fue siempre muy criticado por su “manipulación” de la verdad. Manipulación fina, y aceptada, donde las marcas no se inmolan en la verdad, sino que destacan las características distintivas y buenas, sobre las otras…no tan destacadas (¿y para qué decirlas, no?) Esta verdad a medias, ventajista, está en la cuna del marketing y la publicidad, dando pie en muchos casos a cruzar líneas de la verdad /mentira. La acusación de “publicidad” engañosa tiene muchos años de existencia. Lo que no es tan antiguo es el uso de la emoción: las verdades, o no tanto, son más verdades y llegan más, si se hacen con contenido emotivo y apelando menos a la razón y más a los sentimientos. Cuando se logra ser una “Love Brand”, importa mucho más ese vínculo, que los componentes físicos o atributos de lo que se vende. En definitiva, el marketing siempre en mayor o menor medida suscribió a posverdad, mucho antes de que el término se acuñara y se hiciera popular.
Por otro lado, en política la posverdad se instala, cuando existe un otro al que le gusta o acepta que le mientan. Así es en la política, pero en el marketing … ¿también?Entiendo que existe un nuevo consumidor cada vez menos permeable a las mentiras, piadosas o no tanto. Que se emociona pero no come vidrio. Que está atento al discurso, pero la tecnología aplicada (por ejemplo de la comparación o de la opinión pública de terceros, más la sobreoferta de productos y la transparencia de precios, le ha permitido ser mucho más astuto y más maduro a “olfatear” la mentira (aunque sea una posverdad).
En definitiva, lo que es nuevo para la política, no lo es tanto para el marketing, donde la posverdad puede parecerse más a una instancia pasada que a un presente o futuro preocupante. Ojalá.
Se habla de populismo en política. Donde los “políticos”, con tal de conseguir adeptos, ofrecen lo que no deberían, prometiendo cosas gratis, subsidiando, evitando pagar costos políticos o priorizando el presente sin importar el futuro. Todo esto puede llevar a presentar un mundo irreal, con tal de lograr el beneplácito de su público. La gente se acostumbra a estas promesas, las espera, las elige, y las valora.
Ahora bien, ¿existe el populismo en el marketing?
Veamos: existe una tendencia creciente, donde la tecnología tiene mucho que ver, donde muchas cosas que antes eran pagas, han pasado a ser “gratis”, con un valor bajo o inexistente.
Ejemplos:
¿Cuánto sale un antivirus? Hay versiones pagas, pero hay muchas versiones que salen CERO. Gratis. ¿Cuánto sale la música? Hoy es muy fácil obtener y escuchar lo que queramos, sin pagar. ¿Cuánto sale usar Twitter o Facebook o el uso aceitado del buscador de Google? Lo mismo películas, videos, eventos deportivos, etc. Podemos seguir con la lista: noticias, servicios de correo, libros, cuentas en bancos, lugares para almacenar datos…etc…
La tecnología ha logrado que exista valor entregable a cambio de nada por parte de los clientes. Los clientes aman lo gratis. Aman no pagar, y adoran este modelo de no pago. De obtener todo, a cambio de nada.
¿Estamos ante un modelo populista? En un modelo populista, el consumidor no paga, no quiere pagar nunca nada. Disfrutálo que no cuesta nada. Como en política.
Ahora, sabemos que las cosas no pueden ser gratis. Es difícil entender que esto no tenga costos. Alguien lo tiene que pagar. ¿Quién lo paga? Debe haber alguien que pague la fiesta. Ha surgido una opción, especialmente en digital Que el precio lo paga…la publicidad. Todo gratis, a cambio de tu atención, o también de tus datos (para venderlos a otros o usarlo yo). Una atención no siempre real, un costo oculto cada vez más cuestionado.
El marketing no el política, pero se le parece. Todo por el cliente, clientelismo puro, todo gratis, y el cliente nos adora con su voto/registración o uso.
¿Es sostenible el modelo? En política los modelos populistas terminan en el largo plazo con crisis, graves deterioros y problemas graves. Requiere mucha madurez de las dirigencias no caer en la trampa cortoplacista del populismo. En marketing, los efectos son muy similares, los modelos no cierran y la rentabilidad se vuelve esquiva. Es más difícil de sostener, pero hasta el momento, el marketing populista, sigue en pie.
El título no hace referencia a ningún masaje o similar, sino a la campaña realizada por la marca Kwentong Jollibee (local de comida) para San Valentín. Este corto que les comparto, es de una seria de spots realizados para tal evento.
Si bien la marca entra un poco “forzada”, es indudable el mérito de contar una historia.
Una historia que no termina bien, y como está de moda ahora… basada o inspirada en una “true story”.