¿Qué van primero, los objetivos o las estrategias?
¿Qué van primero, los objetivos o las estrategias? En los manuales de marketing, de estrategia, siempre cuando se define el orden de las cosas, el orden es casi unánime: primero los objetivos, luego las estrategias. Es decir, primero que apunto lograr, debo dimensionar ese logro, ponerlo números, para luego sí pensar, ver, que hacer, planificar las estrategias, las acciones para lograr alcanzarlas.
Así se enseña, así se dice que se piensa, y así se comparte.
¿Está bien? Está muy bien. Los parámetros de tal logro son importantes, habla de madurez del accionar trabajar en función de objetivos, porque de alguna manera es lo que termina midiendo el éxito o fracaso de mucho de lo que nos proponemos.
Pero…
En esta vida laboral, me he cruzado con mucha gente, que no trabaja por objetivos. Que pone el foco en las estrategias, como primera medida de referencia. Que piensa en el objetivo como una consecuencia (a veces casual, o sin medir, o claramente secundaria) de lo que se hace.
No son pocos los casos, y me sorprendería a mi mismo si me pongo a contar realmente cuántos son esos casos. Me llevaría una sorpresa.
Dejando de lado el primer prejuicio dogmático, el trabajar poniendo en primer lugar a las estrategias tiene su propio razonamiento. Es gente que pone foco en el hacer, sabiendo que va a traer consecuencias, siempre positivas (sabiendo que un objetivo te puede limitar o condicionar). Donde pone los cimientos para que las cosas pasen, y los resultados vienen. Y sorprendería encontrar que aquellos resultados son muchas veces espectaculares (o mayores de los que se podrían esperar o dimensionar).
En definitiva, estamos ante una paradoja del orden del “huevo o la gallina”, ¿qué primero? Seguramente la respuesta se vuelve amplia y no contundente, pero con una gran certeza: siempre, siempre, lo que importa es el hacer.