Estamos acostumbrados a ver publicidades donde el centro del mensaje es el producto a vender, con vistas a promocionarlo y persuadirnos a que lo conozcamos y finalmente lo compremos.
Pero no todas las acciones giran alrededor del producto. Es más, hay ejemplos, donde el producto no figura, pero tampoco la marca o la empresa. Vean estos ejemplos (ambos muy populares y con importante viralidad en Internet).
¿A qué se debe su éxito? ¿Por qué un gorila baterista o una nena bailarina o 2 nenes moviendo los ojos pueden ser ejes de campañas publicitarias donde el producto no figura?
En el análisis, lo primero que uno descubre es que son campañas “jugadas” y riesgosas, que pueden salir bien, como también salir muy mal. Esta condición indica que emprender este camino no es para todos, o son empresas que no tienen nada que perder, o por el contrario, son empresas consolidadas donde pueden poner en juego parte de su prestigio comunicacional (sin suicidarse).
Pero yendo a la publicidad en sí, el hecho que el producto no aparezca (o sólo al final, apenas mencionado), es un recurso válido, de querer llamar la atención y mantener el suspenso hasta el final. Ese aspecto, más el que en el medio la propuesta creativa es realmente atractiva (por lo disparatada u original), son elementos que combinados generan un efecto positivo y atrayente en el consumidor. ¿Acaso la publicidad, no se trata de eso?
En definitiva, ir por este camino, es una aventura arriesgada pero que si bien hecha y pensada, puede ser muy efectiva. ¿Y el producto? Para una próxima vez.