Recientemente el gobierno de Tailandia lanzó una campaña de promoción turística con el título “I hate Thailand” que ha logrado una interesante repercusión.
Primero el video:
A continuación, les comparto la nota publicada sobre este tema en América Economía donde participé junto con otros profesionales opinando sobre la misma. Sus opiniones y comentarios también son bienvenidos.
Lo bueno y malo de la campaña de turismo “Odio Tailandia”
A través de un particular video, el gobierno tailandés lanzó una campaña de promoción que invita a conocer este país. Y tres profesores revisan la campaña y opinan
En poco más de cinco minutos se muestra cómo un extranjero de vacaciones en Tailandia, visita zonas turísticas, bebe, conoce zonas turísticas y hasta participa de la popular ‘Full Moon Party’ de Koh Phangan. Sigue los mismos pasos que un turista típico, hasta que pierde su bolso, convirtiendo el amor que siente por Tailandia en odio. Pero pronto avanza la historia, se muestra cómo James, como se llama el turista que protagoniza la campaña, es ayudado por una tailandesa y otros pobladores. Es entonces cuando comienza a empaparse de la cultura local, enamorándose poco a poco de las costumbres y su gente. Y todo termina aparece el bolso.
La campaña de promoción turística “Odio Tailandia” surge tras el golpe de Estado en mayo pasado. Si bien llama la atención que la campaña plantee en principio algo negativo, también se rescata que cuente una historia, lo que es utilizado muchas veces en la publicidad pero no en la promoción turística.
Tanto Patricia Iurcovich, profesora del MBA en Marketing de la Universidad de Belgrano, como Mary Acosta, CEO de Empresas de Chile, coinciden en que el anuncio es estratégico, realista, aunque algo exagerado, pero que no oculta los problemas del país, que tiene una percepción de inseguridad, estafas a turistas y delincuencia, en general. En el video, dice Iurcovich, “se muestra los prejuicios de la gente frente a situaciones similares, la flexibilidad para adaptarse a situaciones, y la aceptación de la realidad”. Sobre lo estratégico, la profesora de la U. de Belgrano agrega que no es casualidad que se haya puesto al aire esta campaña, sobre todo por el golpe de Estado ocurrido y porque “es un país que siempre se caracterizó por la tranquilidad de sus pobladores. Hasta Guillermo Vilas dijo una vez que había elegido a la mujer tailandesa porque uno de sus atributos es que no se pelea, es un pueblo tranquilo”.
Apelar a la emoción
Mary Acosta y Patricia Iurcovich concuerdan también en que la campaña es efectiva, porque, principalmente, apela a la emoción, lo que siempre es efectivo. “Se muestran cosas, hechos, emociones; es efectivo y afectivo al mismo tiempo. Las campañas de marca hoy son /’emocionales/’. Cuentan historias”, dice Iurcovich.
Lo cierto es que como tendencia se ha visto que las empresas cada vez más proporcionan contenido propio a sus clientes, de forma de diferenciarse del resto. Por lo tanto, las historias están siendo una de las estrategias más relevantes, lo que puede ser aplicado por entidades.
Y tal cual lo hacen las empresas con sus campañas, este video se popularizó en las redes sociales. “Probablemente esta campaña emitida por alguna señal de televisión internacional como la BBC o la CNN no hubiese tenido tantos seguidores como a través de las redes”, explica Patricia Iurcovich.
Sin embargo, para Diego Regueiro, profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Palermo, el contenido es pobre y de una veracidad dudable. Además de ser “no muy bien actuada y algo /’lavada”, Regueiro dice que la historia queda a mitad de camino. “Todo lo riesgoso que arriesga la primera situación, partiendo de un robo y cierta incompetencia, termina equilibrado con una hospitalidad casi irreal y con el cierre poco creíble que todo fue culpa de un mono travieso. El contenido entonces se queda a mitad de camino: amenaza con desnudar una realidad claramente controversial, pero luego en su desarrollo se excusa de lo anterior desplegando una historia demasiado fantasiosa que la torna irrelevante”.
Para Mary Acosta, en cambio, el video no genera dudas, “es claro para mostrar lo que quiere representar, los diálogos se entienden y sobre todo las situaciones. Incluso para alguien que no sabe nada de Tailandia, no creo que genere dudas”.
Para Regueiro, el tema más interesante es lo que el video no termina de resolver: ¿Tailandia es un país que merece ser odiado? “Claramente, la respuesta es no. Y es acá dónde existe el aspecto más cuestionable de este video: el plantear algo negativo, que nunca sincera que es, con lo cual, ¿para qué sembrar la duda? Y además, que ya el hecho de insinuarlo deja en el que lo ve, la sensación que tal vez es cierto, que no ayuda para nada”. Para el profesor de la Universidad de Palermo, no es conveniente enfrentar una situación negativa mediante exageración, porque se pueden generar dudas. “En definitiva, no recomendaría a ningún país conflictivo en lo político o social, un acercamiento “lavado” como éste. La negatividad inicial solo elevaría las señales de alarma, y más si se resuelve con poco realismo en su desarrollo y final”, concluye.