Tengo una manía (que adopté diría hace unos pocos años). Cada vez que voy a presenciar una presentación de powerpoint me fijo (y sino lo puede ver, pregunto) cuantas diapositivas tiene la misma, para estimar cuanto tiempo va a llevar y calcular en mi mente como será el recorrido de los temas.
Esto me recuerda a un jefe mío, que a la hora de reunirnos y hacer seguimiento de temas, nos decía a su grupo de trabajo: “lo quiero en solo 1 hoja Word”. Predicaba casi religiosamente que la síntesis era una gran virtud y que se podía plantear cualquier tema “en una carilla”. Si se extendía más de eso, era palabrerío o seguramente estaba de más.
Es que, si bien los formatos de presentación de power point son una excelente herramienta, su uso y abuso puede ser negativo. Porque estos formatos pueden llevar a extender y a estirar temas que fácilmente se podrían presentar de modo más sintético y resumido. Es mejor ir al grano, priorizando los mensajes, en lugar de inundar de palabrería innecesaria, donde lo importante y lo que no termina compitiendo en la atención (decreciente) de la audiencia.
En definitiva, el resumen a la máxima expresión. Síntesis y foco, priorizando los mensajes y lo que queremos que se lleve el que nos escuche. Solamente y sólo en una hoja.