Cuando se piensa la comunicación, siempre es importante recordar que el querer comunicar busca siempre conectar. No existe verdadera comunicación si ese otro no da recibo de haber sido contactado o alcanzado por el otro. Específicamente en el marketing la comunicación aspira a algo más: que esa persona haga algo con eso que fue impactado comunicacionalmente. Pero antes de esa exigencia, siempre es necesario que al menos la reciba.
Una de las grandes genialidades de Whataspp ha sido poner en gráfica tangible el recorrido de una comunicación. Elegida la persona que queremos contactar, le enviamos ciertamente un mensaje: una rayita, el mensaje salió; dos rayitas, el mensaje llegó; dos rayitas celestes, el mensaje se leyó. Primera misión cumplida.
Sin embargo …
He visto (en forma creciente) como muchos gerentes han ido desconectando esa función de sus whatsapps. Con criterios no muy claros de porque de la decisión (tampoco es que hay que ir pidiendo explicaciones) lo que sí está claro que al hacer esto dejan al que envía el mensaje en “ascuas”. Lo deja en una situación de incertidumbre y duda. ¿Lo recibió sí, pero lo leyó? ¿Lo leyó o no lo leyó?
Como que queda una comunicación truncada, donde el receptor no le “regaló” el buen saber del mensaje leído. Queda una duda en el aire, que solo alguna acción posterior pueda remediar. Se quita en esta relación el poder aprovechar uno de los grandes beneficios del whataspp, dándole el poder al receptor como dueño y amo del feedback, gracias a su silencio que pretende generar privacidad pero solo logra generar distancia.
El otro día contacté por Whatsapp y después de años a un gerente encumbrado de una empresa importante. Me sorprendí gratamente que mi mensaje luego de tanto tiempo fuera recibido con 2 lindas líneas celestes. Una alegría que me generó una sonrisa: este gerente sí que sigue entendiendo todo.