La gran virtud de despertar confianza
A la hora de ponderar cualidades y activos, tanto desde el punto de vista empresarial como del individual, uno de los más importantes y significativos es la capacidad de generar confianza … en el otro.
Esa cualidad se manifiesta como maravillosa a la hora de hacer negocios. Porque el poder despertar en el otro “confianza” abre la puerta a un sinnúmero de posibilidades y oportunidades. Es la clave para comenzar, continuar y solidificar cualquier desarrollo profesional dado que esta virtud se autoalimenta y escala: la confianza conseguida genera recomendación y crecimiento.
La generación de confianza es algo más emocional que racional. Ese despertar confianza en el otro se da muchas veces más en el lado de las sensaciones, que en la firmeza fáctica de cualquier CV. Es algo que se irradia de un lado, y se percibe favorablemente del otro. Cuando se da, es mágico.
Aunque a veces se cree que sí, muchas veces esa confianza no va de la mano de la exagerada seguridad, acertividad o presencia; es más, se puede confundir con soberbia y autoreferencia extrema. La confianza es tal vez y sin exagerar, resultado muchas veces de la más completa humildad y bajo perfil.
El transmitir esa confianza es también una responsablidad. Ese apoyo trae compromisos, la firme convicción de no traicionar esa confianza delegada, y cumplir con lo prometido. La confianza despertada puede generar en el que confía, el dar más de lo que racionamente se debería; esto es una gran riesgo si del otro lado no se está a la misma altura y se evitan los abusos.
En definitiva, a la hora de destacar valores, demosle a la confianza ganada el lugar que se le merece. Agradezcamos si tenemos esa capacidad de generación, reconozcamos en aquellos que también la tienen, y cumplamos con el compromiso que nuestra palabra prometió: así cerramos este círculo mágico.