Si recibes un mail con un mensaje algo agresivo o irrespetuoso … no te enganches.
Si la respuesta que te dio ese empleado está fuera de lo que sería “tolerable” o permitido … no te enganches.
Si aquel jefe con el que competis generalmente, te hace una jugarreta … no te enganches.
Si uno de tus principales clientes te patea un pago sin avisarte, y cuando le reclamas, se hace el desentendido … no te enganches.
Si en la reunión de recién no se trata todo lo que habías acordado, y si se dejan afuera algunos temas “a propósito” que para vos eran primordiales … no te enganches.
Si aquel que dijo una cosa, luego se desdice sin que se le mueva un músculo … no te enganches.
Si te mataste trabajando en una presentación o en un proyecto, y en lugar de la merecida felicitación, recibis críticas y recomendaciones … no te enganches.
Son momentos de respirar hondo, dejar decantar las cosas y que el segundo pensamiento le gane al primero. Que esa oleada de racionalidad le gane al impulso ya. Que la situación no te supere y te haga reaccionar de formas que luego puedas arrepentirte. No vale la pena.
Calma, sosiego, tranquilidad, humor y si es necesario, un contragolpe inteligente. En estas cosas, es donde a veces, un buen (gran) manager hace la diferencia.