El otro día veía una serie en Netflix, donde un actor le decía al otro: “la gente miente, sabías? Miente todo el tiempo, mentiras grandes, mentiras pequeñas, pequeñitas. Pero todo el mundo miente”.
¿Es así? ¿Y pasa en los negocios?
Así como los estudiantes, para justificar faltas u omisiones, suelen “matar” varias veces a la abuela, en los negocios pasa.. y pasa muy seguido. Desde el “se cayó el sistema”, a el “no llegó el pedido”, hasta el “me entra un pago la semana que viene” o “estamos atrás de un contrato de un cliente muy importante”.
Puede ser que estemos acostumbrados a las mentiras de los “vendedores”, pero la realidad es que la mentira se esparce en todos los rincones de las organizaciones.
¿Está bien mentir? ¿Sirve o no sirve, a veces? No es el espíritu de esta nota juzgarlo, sino que es ponerlo blanco sobre negro. Pero sobretodo prevenirlo: “¿qué hacer con esta verdad sobre las mentiras”?
La lección a aprender es desconfiar de las verdades que no siempre son tan verdades. El doble chequeo, la duda, son mecanismos útiles para no pecar de ingenuos siempre. Y también verla venir, saber muchas veces que algunas cosas seguramente desembocarán en una mentira del otro lado. Jugar esos partidos es parte de la astucia empresarial.
En definitiva, las mentiras son parte del negocio y está en nosotros en saber lidiar con ellas, para no vernos sorprendidos si las cosas no son como parecen, y más si era previsible que pasarán.