El rumor en las oficinas existió siempre. El famoso “radio pasillo”, o el que los americanos llaman “water cooler talk”. Esa conversación casual que se dan en ámbitos informales, y que genera una vía paralela de información en las empresas. Que tiene el crédito de su espontaneidad y la desventaja de no correr por los canales expuestos, y de esta forma no poder ser visto o chequado por las estructuras formales de las organizaciones.
Las empresas son conscientes de esta red informal, y hacen lo que pueden. En general, generando mucha más información formal y más canales. El espacio que no ocupa la información corporativa, la informal la ocupa. Por eso las empresas han aprendido que hace falta comunicar y mucho, como único medio para equiparar a los canales informales.
Ahora el panorama es más complicado. Y otra vez gracias a la tecnología.
Lo que eran conversaciones casuales, ahora han surgido canales informales permanentes. Los empleados han encontrado que se pueden generar esos lazos comunicativos por fuera de los formales con facilidad asombrosa. Así nacieron los grupos en Whatsapp de empleados de sectores, donde la verdadera comunicación, gran parte de la vida institucional de las empresas pasa por estos chats espontáneos, exclusivos, sin participación institucional y sin límites. Que no es solo texto, sino se han visto enriquecidos con fotos, videos. También lo son los grupos cerrados en Facebook, donde con carácter privado sólo selectos integrantes pueden participar de la conversación privada.
En estos ámbitos, las empresas como organizaciones no están. La comunicación formal no tiene lugar.
La tecnología genera así un mundo paralelo riquísimo donde los temas se plantean, las comunicaciones suceden y la gente se vincula de formas antes vistas. Con un “real time” preciso y lo que es importante, donde la empresa “queda afuera”.
¿Entonces? ¿Qué le queda a la empresa? ¿Se quedó afuera de la conversación que vale la pena?
Por un lado, sí. La empresa, la institución, no participa de esos espacios. Son privados por opción y elección. Están “afuera”, así nacieron, y así seguirán.
Pero, por otro lado, las empresas son también las personas. Y son las personas las que hablan. Y lo que dicen se nutre mucho de lo que pasa adentro, pero también de lo que pasa afuera.
¿Entonces? No queda otra entonces que redoblar el esfuerzo. Si antes se pedía comunicar, ahora hay que comunicar mucho más. Si antes se pedía estar presente, ahora hay que estarlo más. Si antes se pedía ser “humano”, ahora sin dudar la humanidad debe ser un valor muy presente. Si antes había que prestarle atención al empleado, y darle respuesta, ahora la respuesta precisa y oportuna es mandatoria.
El espacio se achicó, las chances son menores, pero la posibilidad existe. Si no lo ejerces, está claro que te quedas afuera del todo. Una posibilidad demasiado riesgosa para cualquier organización y que debería no pasar.