Una de las formas típicas que usa el marketing es elegir “personajes famosos” y sobre ellos elaborar una campaña de comunicación.
Ahora bien, ¿qué pasaria si nos proponen un personaje sobre el cuál la gente puede expresar públicamente la siguiente opinión? “Es una mierda de voz, no sabe bailar, es ridículo, sus canciones son una porquería, no sabe rimar, le canta a las desgracias, se viste como pordiosero, en vez de música hace comedia, hace quedar mal al País”.
Obviamente, nuestra reacción sería un rotundo NO. No necesariamente.
Por lo menos no opina así la gente de la marca Sabroson, en Ecuador. Para promocionar su aceite, la empresa La Fabril (líder en el país) eligió para su campaña al cantante Delfín Quishpe. Vean el video de la campaña:
¿Qué les pareció? A Sabroson le ha ido muy bien con esta elección: la campaña “Con Sabroson y Delfín, sabor hasta el fin”, se alzó con el Cóndor de Oro del año 2011 (el mayor premio de la publicidad de ese país).
Bienvenidos al marketing bizarro (nueva categoría si la hay): utilizar personajes mediáticos bizarros, poco talentosos, casi ignotos, hasta ridículos, para promocionar productos.