Les comparto la historia de Pepe: un relato personal que me compartió un amigo (gracias Martín!)
“El porqué no fui más al bar de Pepe”
El bar de Pepe queda a pocas cuadras del Obelisco. Solía tomar café/café con leche allí todas las mañanas. Sólo eso. Porque, recordando bien, no ofrecían ni galletitas tipo “amarettis” ni siquiera, siempre, un vaso de agua, ya que lo del agua era intermitente, a veces sí, a veces no. Estar en la barra permitía un diálogo directo con Pepe, su dueño.
Hasta que llegó el día del momento de la “verdad”, tal como lo estudié alguna vez en Marketing, y, la vida, también te lo enseña. Fue ese día cuando osé intentar pagar con $ 100 un café de $ 10. Oh!. “¿No tenés más chico???” Fue la frase escuchada en tono de reto/lamento.
Aunque lo mejor estaba por venir. “Que venga a buscar el vuelto más tarde”, profirió su ayudante/socio. Estupor. Pepe sacó el vuelto de entre el bolsillo de su jean, donde tenía mínimo $ 300 en billetes de $ 10. FIN del episodio.
Conclusión: Me molesté con el socio, no se lo dije. No fui más. Moraleja marketinera: Pepe´s bar perdió un cliente que le dejaba $ 2,400 al año ( 5 cafés promedio semana).”
¿Se sintieron identificados? Cualquier parecido con cualquier situación cotidiana propia, diría que NO es coincidencia. ¿Puedo perder un cliente por un comentario no atinado? Sin duda.