Es una constante hoy escuchar la queja de los comerciantes y empresarios, acerca de los consumidores. Su reclamo pasa por compartir la frustación de encontrarse hoy con clientes que nunca están satisfechos, quieren más y más, y no paran con sus exigencias y demandas.
Lo primero a tener en cuenta, es enfrentar una realidad: NUNCA, pero nunca, se va a poder contentar a todos. A pesar de los esfuerzos que uno haga, la satisfacción TOTAL es una utopía, no un objetivo medible. Y en esta disquisición, seguramente nos encontraremos con un determinado número de clientes que NO están nunca satisfechos, y que demandarán siempre más y más.
Entonces, la pregunta es: ¿voy a hacer el esfuerzo para lograr que ese porcentaje de clientes super demandantes esté satisfecho en un 100%?
Mi sugerencia es concentrarse en aquellos clientes a los cuales se pueda satifacer y que ese ejercicio sea valorado. Muchas veces, con tal de satisfacer a unos pocos, se incurre en gastos innecesarios o nos olvidamos de los verdaderos clientes: los que nos quieren, respetan, exigen pero no nos cansan y que a veces con muy poco (o gestos), se siente satisfechos.
En concluisón: a veces, conviene dejar ir al cliente muy insatisfecho y demandante. Todo tiene un límite y un basta. Es preferible enfocarse en los clientes que valen la pena. Las sorpresas de la vida, hasta nos traen seguramente de vuelta a ese cliente que nos abandonó (o dejamos ir).