Existe un famoso quote: “Culture eats strategy for breakfast”, supuestamente atribuido al gran Peter Druker y que se ha popularizado en el mundo gerencial como una de las grandes verdades cinceladas en piedra sobre cómo se manejan los negocios a nivel mundial.
La cultura es importante, ¿quién lo discutiría no? No sólo fundamental, es estratégico y esencial. Es más, en el mundo dinámico de hoy, en donde la transformación y el cambio urgente dan la nota, en el check list de cosas a modificar, la cultura se roba los primeros planos. Tanta en significancia como dificultad: la cultura hay que adaptarla, ¡qué difícil es adecuar la cultura!
Todos de acuerdo. Pero…
Si en esta revelación, nos olvidamos de la estrategia del negocio, estamos mirando el árbol dejando de ver el bosque. La estrategia es todo, la falta de estrategia sigue siendo en cualquier diagnóstico el pasaporte al fracaso. Cuando un negocio no tracciona o se frena el crecimiento, seguramente sus causas se encuentran en el orden estratégico (donde la cultura es uno de los elementos a revisar).
La estrategia (de las buenas) bien entendida, comunicada e implementada, acomoda los melones del cualquier carro en cualquier camino. Es el ordenador natural del quehacer empresarial. El entender el qué y para qué hacemos lo que hacemos, que hace falta y que no para triunfar, el modo de entender las oportunidades y operativizar la captura del verdadero valor, la mirada cierta sobre el cliente y la propuesta que les valga la pena, y sobretodo el cuidado de los recursos (incluyendo los humanos), son las líneas estratégicas que marcan el sentido organizacional hoy. Con un detalle más: si todo esto termina en éxito, verán cómo solo las culturas se autoalimentan positivamente en un círculo virtuoso exponencial.
En definitiva, tal vez no importa el orden de la comida, y quien se come a quien. Sí, que la cultura y la estrategia son bastiones empresariales a conquistar y modelar para cualquier éxito empresarial.