Andy tiene un local desde hace tiempo en mi barrio. Es un local de arreglo de zapatos. El local está bien puesto, prolijo y limpio, y como hace tiempo que está en el barrio, tiene una buena clientela y trabajo. Y no es barato. Le va bien, tiene su auto, se toma vacaciones, sus hijos ya son grandes, son con su mujer muy fanas de River Plate y van todos los domingos a la cancha donde tienen platea.
Andy, no piensa en crecer, ni abrir otro local, ni otras ambiciones.
¿Por qué?
Andy no piensa en crecer, porque él es su propio dueño, y no tiene ambiciones mayores de rentabilidad.
¿Existen empresas grandes que, como Andy, no tengan desesperación para crecer?
No, porque las empresas con accionistas, tienen otros parámetros. Crecer es resultado de la presión de los accionistas por hacer valer y crecer el dinero invertido. Y creciendo, es la forma que una empresa puede responder a esa presión de resultados: trayendo más y mejores volúmenes de negocio, y por eso más rentabilidad. El capital fluye y es movible: busca siempre maximizar los resultados, rompiendo la ecuación riesgo/resultados, hacia su favor. Si no rinde lo esperado, el capital vuela para otros negocios, más rentables.
Crecer NO es una estrategia en sí, pero es un ejercicio obligado para los gerentes de las empresas. La búsqueda del crecimiento es un ejercicio estratégico de por sí. Pero, el objetivo de crecer, no surge de las voluntades, ni de los presupuestos, sino que surge de las oportunidades. El crecimiento depende más que nada, de la detección de oportunidades y de los recursos y acciones para detectarlas y captarlas, que de la enunciación altisonante que solo pide, exige, CRECER.
Crecer, pero dónde, cómo y cuándo (para luego definir cuanto)
En definitiva, si no podemos ser como Andy (y estar tranquilos sin ambiciones de crecer), entendamos como el crecimiento existe y porque, y trabajemos para cumplir con el mandato de crecer… con inteligencia.