Me miró a los ojos y me confesó, casi sin necesidad: “acepté trabajar ahí aunque no me gustaba la industria ni el lugar; pero la plata era muy buena ”.
No tenía mucha confianza con él, y apenas lo conocía, para semejante confesión; pero era seguramente algo que estaba acostumbrado a hacer, que le nacía fácilmente o naturalmente compartir. Como que le pesaba trabajar en ese lugar y que el motivador fuera exclusivamente el dinero. Por eso su confesión tan fácil y a flor de piel.
Como aquellos que trabajan en industrias “no correctas” (juego, tabaco, alcohol), me he cruzado también con gerentes que hacen un downgrade en su vida a nivel “curriculum”. Pasar de trabajar en empresas “prestigiosas”, dignas para el resume, a pasar a trabajar a empresas de menor valorización o renombre, pero justificando el pase a menores ligas por temas de un mayor cargo o responsabilidad o mejor paga. En esos casos también existe un pesar que acompaña el día a día, que se inscribe en el rótulo del ex: soy un ex – xxx … y estoy en esta empresa por el dinero.
Estas situaciones me remiten a la siguiente pregunta: ¿pueden ser los gerentes “mercenarios” del dinero?
La experiencia obviamente indica que si: en un mundo corporativo y capitalista, donde el dinero mueve al mundo y es el principal motivador e impulsor de los negocios y las oportunidades, no es de extrañar que esto pase y por eso sea aceptado. Pero en las anécdotas antes descritas, parecían explicar que no todo pasa por ahí: como que es un círculo imperfecto que no termina de redondear la ecuación y las decisiones. Todo vale, somos mercenarios, todo bien, pero no sé si es el lugar que elegí o la posición que me encanta o elegiría; y eso es como una carga que se soporta, pero pesa.
En definitiva, mercenarios o no, los gerentes se enfrentan, como las empresas, a priorizar y tomar decisiones a nivel personal y profesional, donde a veces los intereses no confluyen sino que se enfrentan. No siempre el prestigio y el dinero van de la mano; no siempre las oportunidades laborales son tan perfectas como quisiéramos o desearíamos; y no siempre el dinero nos llena como quisiéramos. Está en cada uno la fórmula o ecuación que más le cierre al final del día.