Hace muchos años tenía un jefe que repetía constantemente la frase “el feedback es un regalo”: él enfatizaba en esta declamación, lo importante que significaba el aporte que se le podría dar a cualquier empleado sobre su performance y actividad, como forma de aprendizaje y mejora de su desempeño.
Ahora bien, muchas veces este feedback (aún bien intencionado) no tiene el impacto que aquel jefe ponderaba sobre este ejercicio. La pregunta es: ¿por qué puede pasar?
Seguramente, si hay un momento donde el feedback no es un regalo, es en aquellos procesos que las empresas llaman de revisión anual. Es cuando se formaliza el desempeño de la gente y se le hace una devolución, donde se suma una cuantificación del accionar, y muchas veces el bonus depende de esta evaluación. El resultado es compartido (feedback) en forma escrita, a nivel todo de la organización. Un proceso seguramente necesario, pero tal vez burocrático, demasiado estructurado y que lleva a la gente a cerrarse, a aceptar y acatar rumiando la devolución. Pretender que se pueda construir una mejora y reacción a futuro de la gente gracias a este proceso es por lo menos algo “optimista”.
El verdadero feedback no es anual, sino casi diario diría. Es en el día a día donde el feedback es verdaderamente un regalo. Es en el día a día donde se puede devolver en forma real y clave verdadero valor al que trabaja en una empresa.
Pero por sobre todo el feedback “positivo”. Lo que noto muchas veces es que la devolución pasa por remarcar las debilidades, los temas a trabajar y las cosas para corregir. Seguramente es lo primero que salta a los ojos, y donde se requiere más atención. Pero el feedback funciona mejor cuando se construye sobre lo bueno, lo bien trabajado y las fortalezas.
En definitiva, no hay mejor regalo que aquel feedback que felicita sobre la tarea diaria, pondera los pequeños gestos e invita a resaltar los logros más triviales. Es que al final de cuentas, lo que se construye aquí son relaciones, vínculos, y no planillas anuales con datos duros. Es en la diaria donde el feedback se convierte en el mejor regalo que uno puede tener.