¿A quién no le gusta que lo feliciten o reconozcan por un trabajo bien hecho?
El otro día, en conversación con un alto directivo de una empresa, me confesaba que sentía que su trabajo personal no era valorado lo suficiente. Pero no se refería a lo monetario, sino que sentía que sus logros no eran “suficientemente reconocidos“.
El comentario me sorprendió debo reconocerlo. Uno siempre imagina que la necesidad del comentario halagador de un jefe o superior tiene mayor importancia en los primeros pasos de una carrera profesional o en los niveles operativos o de primera instancia de una organización.
Obviamente, el ejemplo ratifica que me equivoqué.
La congratulación, el reconocimiento, la felicitación, no reconoce rangos, edades ni jerarquías. A todo el mundo (desde el personal de un call center hasta el CEO de una empresa de primera línea), TODOS requieren y necesitan ese combustible adicional y emocional que significa el sentirse que lo que están haciendo agrega VALOR, y que así es visto por sus superiores. La mirada aprobataria y verbalizada del “jefe” tiene un poder que, bien utilizado, tiene un efecto maravilloso en la gente.
Entonces, vale auto preguntarse : “¿Reconocemos suficientemente el trabajo de nuestra gente?” ¿O también ahorramos palabras de felicitación?”. Si lo hace debidamente, FELICITACIONES. Sino, a felicitar!