Existe algo que se llama “efecto contagio“. Consciente o inconsciente, existe.
Si un amigo se compra un auto nuevo… internamente… siempre está la idea (que no necesariamente envidia) de que, ..”¿por qué yo no?”…
Si te enteras que un compañero de trabajo está planeando un viaje… uno piensa “qué ganas de irme yo”. Lo mismo si sube fotos en el Facebook o te comparte las mismas por Whatsapp.
El efecto contagio, es sabido, pero en el último tiempo se ha incrementado. ¿Gracias a qué? A las redes sociales. La gente gusta de mostrar y compartir sus cosas (¡o no es eso de lo que se trata!). Se comparten los gratos momentos, los placeres, los consumos que valen la pena.
Esto siempre existió, el efecto contagio no es nuevo. Pero la tecnología ha logrado que este efecto se propague. El famoso “boca a boca”, pero entendiendo el efecto que tiene en la otra gente.
Y como la comunicación hoy vuela…cuanto más tenes, más queres, y cuanto más tiene el otro, más contagio genera.
El consumo así entendido, tiene un desafío en las marcas. No hay mejor publicidad que la que se genera en este contagio. Ser parte de ese virus contagioso es el desafío de hoy. Si sabemos que el consumo es mucho de estímulo, y el estímulo está en el semejante y mi comparación, eso genera una oportunidad y un desafío. Lograr que el hecho de “ser elegido”, se sepa y se propague … y que mi propuesta esté a tono con las expectativas mías y de los demás, para que se dé ese contagio… y que no se corte.