“¿Qué hacer?”, así cierran la mayoría de los casos de Harvard de Estrategia que he leído en cantidad y que uso en mis clases, especialmente los más complicados y de difícil definición. Es el CEO encontrándose ante una situación límite, donde las opciones existen pero son excluyentes, y es necesario tomar un camino, que no siempre es naturalmente fácil de discernir, y que cualquiera sea la opción final a tomar, de seguro va a tener que pagarse costos (y a veces, el camino más adecuado es el “políticamente” más caro).
Este ejercicio que los CEOs encumbrados conocen y mucho, es el que se enfrentan hoy también los políticos de todo el mundo. “¿Qué hacer?”.
Es una situación compleja; lo que se lee en los diarios de hoy lo evidencia: existen posturas distintas, en todo el mundo, ante situaciones parecidas. También se muestra a líderes timoratos que no tomaron las decisiones correctas en el momento adecuado, vs. otros que sobreactúan las decisiones buscando también se anhelado rédito político.
Es una situación típica de las que se requiere tomar decisiones estratégicas: no es para cualquiera. “¿Qué hacer?”. En estas situaciones, es donde se necesitan estrategas. Son trajes que no le van a cualquiera, son para aquellos preparados para la tarea.
Estrategas que estén acostumbrados a tomar decisiones difíciles, pero que no les tiemble el pulso si hay que asumir pérdidas. Que sepan escuchar pero que también presten atención a su voz interna; que se basen en información, análisis, datos, insights, para escenificar escenarios y saber evaluarlos con paciencia, visión y humildad; que sepan asumir las limitaciones de su propia capacidad, y que sepan reunirse con los que si saben; que puedan cambiar a tiempo si es que se equivocaron; pero por sobretodo, que al llegar al camino que se piensa adecuado, que no les tiemble el pulso, que si hay costos se esté dispuestos a pagarlos, que sean los necesarios dentro del mal menor.
El coronovirus expone a los líderes ante sus propias debilidades: la de no saber tomar decisiones estratégicas es tal vez una de las más difíciles de reconocer y enfrentar. Son momentos donde los verdaderos estrategas muestran su capacidad y temple.