Se habla mucho de liderazgo, de cómo incidir, guiar, conducir al personal, a la gente a cargo, y sobretodo indicarles como hacer las cosas en un balance entre firmeza y buena onda, con el fin último de que trabajen para mí. Está claro que es una tarea difícil y no para todos, por eso hay tanto escrito (buscando encontrar certezas).
En ese buscar elementos, se habla poco de la complicidad. ¿Qué nos dice el diccionario acerca de la complicidad?
Complicidad: Relación que se establece entre las personas que participan en profundidad o con coincidencia en una acción.
La complicidad es una forma de relación efectiva a la hora de liderar. ¿Qué significa en la práctica la complicidad? Es buscar elementos en común con los otros, elementos que generen un sentido común y que fortalezcan un vínculo. Generalmente, elementos fuera de lo estrictamente laboral o profesional, sino más en lo humano, en lo personal, y seguramente de la mano de los gustos o los intereses; pero también puede ser el compartir códigos comunes o forma de expresión o tratamiento de temas. A través de ese vincularse, se logra una aproximación, una conexión, una intimidad que rompe con barreras y genera una cofradía, que permite un liderazgo más efectivo.
¿Cuál es la clave de una persona que pretenda liderar con complicidad? El generar esta complicidad se puede generar naturalmente, pero en todos los casos requiere trabajo: el saber y querer escuchar, el saber y querer encontrar puntos en común, el saber y querer empatizar, y el saber y querer ponerse (aunque sea por un rato…) a la par del otro, para que en esa complicidad, seamos iguales y no jefes-subalternos. La complicidad bien entendida y bien implementada, genera vínculos estrechos, interesantes y sobretodo gratificantes (para ambas partes).