Esta nota fue escrita por Minerva García, quién trabajó en la consultora y ahora vive en España pero con quien seguimos en contacto. ¡Gracias Minerva por la colaboración!
Todos hemos oído lo importante que es conocer a nuestros clientes. Es por eso que las empresas recogen datos de sus clientes: nombres, teléfonos, e-mail, edad, etc. mediante facturas, albaranes, concursos, encuestas, etc.
Pero … ¿qué hacen con los datos que recogen?
La mayoría, no hace nada o a lo sumo, envía newsletters con información general que en la mayoría de los casos no interesa a los consumidores.
Entonces ¿de que nos sirve saber que nuestra cliente María tiene 25 años, vive en Belgrano y que su e-mail es maria@maria.com? ¿sabemos que le gusta? ¿a qué dedica su tiempo de ocio? ¿Tenemos algo que ofrecerle a María y que realmente le vaya a interesar?
Hoy en día, donde los mercados están tan segmentados, no es suficiente con recolectar datos de clientes. Ese no es más que el primer paso. Además, hay que analizarlos para conocer realmente quién son nuestros clientes, cuáles son los perfiles: gustos, aficiones, etc, sus hábitos de compra (no es lo mismo un comprador putual que uno que es asiduo y fiel a una marca/empresa) y así poder ofrecerle productos y servicios que realmente sean de su interés y agrado.
De este modo, además de entender los hábitos de consumo de los clientes de nuestra empresa también nos servirá para establecer vínculos reales con nuestra clienta María, y con todas las consumidoras del perfil de María que tengamos como clientas.
Generar y tratar las bases de datos de nuestros clientes nos permitirá fidelizar clientes, ganar visibilidad como marca y subir escalones en el top of mind del cliente y finalmente aumentar las ventas en el mediano-largo plazo.