Diego Regueiro

La verdadera relación de dependencia

15 años viniendo todos los días a trabajar. Nunca llegué tarde, y no falté nunca – salvo vacaciones “, me contaba no hace mucho una persona allegada, triste porque había dejado de trabajar en una empresa a quien según él “le había dedicado gran parte de su vida”.

Me confesó además. “Hay algo que si yo siempre creí, ingenuamente: que esta relación era para siempre”.

Es que la relación de dependencia entre empleados y empleador es un supuesto reaseguro de empleo, que en realidad en la práctica es más que frágil. Es un contrato que supone una vigencia en el tiempo que da seguridad y cierto alivio pero está lejos de ser permanente o eterno.

Los que estamos y estuvimos en ambos carriles, sabemos que tanto la relación de dependencia o el trabajo independiente, ambos se basan en un mismo principio: la inestabilidad.  No hay contrato que garantice nada.

¿Entonces, existe o cuál es la verdadera relación de dependencia?

Hay un único condicionante para lograr la verdadera dependencia: ser lo más imprescindible posible.

Que una posible futura ausencia pese tanto que se decida descartar y privilegiar el mantenerse “contratado”.  Que se prefiere que esa persona esté cerca, que participe, que sea parte, que contribuya (vs el dejarlo ir o no estar).

Esa ligazón se construye de varias formas: en mi experiencia lo que más pude ver es que no siempre es por un tema de conocimiento o expertise; muchas veces se basa más en el buen relacionamiento, en la confianza generada y el don de gente. Por ahí tal vez exista una chance para una real (aunque siempre inestable) relación de dependencia.

Subte Nazi

Este post es solo para entendidos o fanáticos de la serie Seinfeld. Si no han visto la serie o no han visto el capítulo “Soup Nazi”, pueden abandonar en este momento este posteo y mil disculpas por el tiempo perdido. Para los que tienen curiosidad de qué estoy hablando pueden buscar la serie y el episodio en Netflix (sexto capítulo, sexta temporada) o ver este video en youtube (un resumen)

Existe en mi barrio un personaje similar.

Que también ejerce el mismo poder, pero con la Sube.

A discreción. Hay días que te deja cargar la sube sin problemas, otros días que indica un límite (no más de $1,000 o $ 500), u otros momentos que el sistema “no anda” o directamente “no cargamos Sube ahora”.

Todo con la misma cara que el personaje de la serie de Seinfeld.

Con discrecionalidades a flor de piel.

Puede pasar que no se te permita cargar la SUBE, y al de adelante y atrás en la línea lo haya podido hacer sin problemas. Dejandote con la tarjeta en la mano, impávido, y rumiando, pensando. ¿Ahora que hago? ¿Me tengo que ir caminando?

No vale la pena compartirle tu pesar o preocupación: la decisión está tomada y si le decis algo, nunca más vas a poder cargar la SUBE ahí. “¡Next!”

Me han cancelado

Sí, me han cancelado.

Me ha pasado lo que podríamos llamar un ejemplo de cancelación (del tipo gerencial). Una variante “más” de las cancelaciones que se han extendido en nuestra sociedad. En este caso puntual, es el de una persona con la que trabajaba codo a codo (partners) y que de un momento a otro decidió no dar señales de vida.

(no me estoy refiriendo a un prospecto que no nos atiende o un viejo cliente que no nos compra más – es algo más cercano y relacional)

Ante un hecho como éste (que no es nuevo), entiendo que uno pasa distintas etapas: la negación (“seguramente no lo leyó, le escribo de nuevo” o “está muy ocupado estos días seguramente”), la bronca (“un ok no se le niega a nadie”), a la última etapa, que es la sana aceptación.

Es en la aceptación donde las cosas se ponen más claras y donde uno se da cuenta que nunca va a saber a ciencia cierta porque fue “cancelado”: básicamente, porque falta información que llevó a esta situación. Uno puede intuir, sospechar, argumentar y creer.. pero la verdad no se revela porque no hay más relación.. y si vuelve con una explicación, siempre será condicionada o sospechada.

Ahora, es importante entender que nunca la causa es enteramente del otro. Es también valioso revisarnos y ver si nosotros hemos o no cancelado a alguien alguna vez. Tal vez sin “querer queriendo” o con propósitos adrede, el ver si lo hemos hecho nos lleva a entender las implicancias que puede tener en otros un comportamiento que cuando es hacia uno, no es nada agradable. Ni recomendable.

No hay plata (gerencial)

Acá estoy retomando las notas luego de un tiempo … la inspiración es una variable indómita que te lleva a escribir una a dos notas semanales, a un vacio de meses. Por suerte siempre hay temas que te despiertan interés, y el de hoy es uno que me llevó a volver a escribir.

Se ha instalado en la opinión pública (en términos políticos) la frase del título. “No hay plata”, como una consigna disruptiva, nueva, novedosa, radical y hasta políticamente incorrecta. A nivel gobierno y ante cualquier pedido, ante cualquier gasto, ante cualquier reclamo, surge como nueva la frase susodicha.

Ahora bien, los que venimos del ámbito de los negocios y del marketing, nos preguntamos: “¿Cuál es la novedad?”

Porque la frase no es nueva para nada. Al contrario suena más a un BAU (un business as usual) que una novedad desconcertante. Convivimos con esta realidad todos los días, todo el tiempo. El sentido de la escasez se impone siempre, y son los gerentes con su buen criterio (económico, financiero, el que sea) los que siempre están con estas palabras preparadas para dar respuestas. Los pedidos de dinero son constantes; la respuesta que no hay, también.

Esta situación no es solo del punto de vista, de partidas, presupuestos, pedidos de inversión y gastos. También a nivel personal / empleado. Levante la mano quien no fue alguna vez a pedir algo: un aumento de sueldo, un viático, un curso específico, un viaje, etc.…  Y la respuesta también fue muchas veces la misma: “lo siento mucho, no hay plata”.

Bienvenida la escasez a la discusión política, porque de ella se aprende y mucho. Las cosas valen y no son gratis. Los gerentes de este mundo pueden dar cátedra sobre ello.

Hari Sheldon, la psicohistoria y el rol de estratega

Cuando era adolescente y gracias a mi hermano, conocí la trilogía “Fundación” escrita por Isaac Asimov.  Estos tres libros se fueron completando con otros, siendo 7 en total (pero algunos lados se llega a hablar de 16 libros).

La serie de ciencia ficción cuenta la historia de Hari Sheldon, un científico matemático que crea una nueva rama de la ciencia, la psicohistoria (combinación de historia, psicología y estadística), que permite y a través de cálculos matemáticos predecir el futuro de las sociedades. No el futuro individual, sino el de masas, con una exactitud increíble.

Con esta posibilidad, y teniendo como base el deseo de hacer el bien, Sheldon pudo anticipar hechos futuros gracias a la psicohistoria y pudo actuar en su presente o dar órdenes futuras (aún años después de muerto)  para prevenir grandes daños o mejorar el bienestar de la humanidad toda.

Cuando se habla de estrategia, de gerenciamiento y del rol del CEO en una empresa,  gran parte de su tiempo es llevar a rienda corta el presente, pero también envisionar el futuro.

Un futuro incierto para los estrategas, no tan claro como pudo lograr Hari Sheldon a través de cálculos matemáticos. Seguramente con el análisis de su lado, pero también con el olfato, intuición y apetito por el riesgo que significa tratar de predecir hoy lo que va a pasar a futuro. Pero no solo envisionar: sino actuar como lo hacía también Sheldon, mover las fichas hoy de ese gran tablero futuro (pero sin la certeza de la psicohistoria).

¡Cómo le facilitaría la vida a los gerentes contar con esta ciencia de verdad! Pero como dijimos es pura ciencia ficción. Por ahora, el futuro es impredecible (para la vida y para los negocios).

LinkedIn
Share
EMAIL
Scroll al inicio
Abrir chat
Marketing & Estrategia
Hola. Gracias por el contacto con Marketing y Estrategia. ¿En qué te podemos ayudar?