Cuando se aborda el tema publicitario en marketing, se estudia primariamente la forma de llegar al consumidor y qué decirle y con qué fin. Es muy tentador, y las publicidades históricas así lo ratifican, querer llenar el tiempo y los espacios con mucha información, de manera de así convencer a los consumidores y éstos, atraídos por este caudal de data, vengan a buscarnos para comprarnos y relacionarse.
Sin embargo, y como la experiencia nos indica, la información no seduce, lo que seduce es el atractivo del mensaje. No hay mucho tiempo ni atención disponible, hay que ser muy claros y específicos sobre lo que queremos transmitir. Nace con fuerza entonces la importancia del CONCEPTO.
Es el concepto lo que finalmente importa. Concepto es lo que queremos transmitir. Concepto es el eje argumental de mi esfuerzo publicitario. Concepto es la magia que despierta interés y que termina justificando el ejercicio de la comunicación. Sin concepto, las campañas pierden fuerza y tienen poca sentido.
El concepto se nutre de riqueza creativa. El concepto no necesita mayoritariamente de palabras, se puede valer de otros recursos, y sobre todo jugar, con la tensión y la emoción como pilares.
A continuación, les comparto algunos ejemplos donde lo que se destaca es el Concepto. No esperen mensajes trillados, ni jingles, ni descripciones de productos o call to actions. Son ejemplos trabajados con el concepto como eje. No por nada son geniales. Y en lo personal, son los que más me gustan.
Mancha / Pega-pega (juego de niños)
Libertad
Color