El viernes 20 de julio es tradicionalmente el Día del Amigo en Argentina (y en otros países también). Un día que la gente suele saludarse, felicitarse y si se puede, juntarse y celebrar.
He recibido diversos saludos: los personales, dirigidos uno a uno; los seleccionados, como parte de un grupo elegido y selecto; y los masivos, como parte de un grupo donde el remitente envió un mensaje a todos sin ninguna mención particular hacia mi persona.
Obviamente todos incluían buenas intenciones, pero con diferentes impactos en mí: con alegría los primeros, simpatizando con los segundos, e ignorando (o a veces rechazando) los terceros.
¿Por qué? Porque aquel que me dedica un mensaje personal y directo pone en juego el afecto y atención que tiene conmigo; aquél que me considera dentro de un grupo, me hace sentir parte de ese lugar de pertenencia y me tiene presente por eso; y los que me incluyen en una cadena, me dejan el gusto amargo de “no fui o soy lo suficientemente importante para que me personalice unas líneas” o lo que es peor, “lo hace para cumplir”.
¿Qué tienen que ver estos saludos con el marketing? Muchísimo, porque los saludos que recibí es un fiel reflejo de lo que se hace y se percibe en el marketing de hoy. La gente y los consumidores demandan y piden “personalización“, sentir que somos importantes, que somos únicos y que nos preocupamos por ellos. Pretenden una identificación y empatía en una relación 1 a 1: piden que le demostremos realmente que les importamos y que no le somos indiferentes. Los clientes piden que si fuera su día, que los saludemos en forma dedicada y personal.
Ahora bien, ¿cuántos de nuestros mensajes marketineross son como los terceros? ¿Cuánto de lo que hacemos les habla a todos y le habla a nadie? ¿Sirven los mensajes masivos e impersonalizados? En el marketing de hoy, cada vez menos. Si queremos hacernos “amigos” de los clientes, debemos tratarlos como tal y haciendo un esfuerzo más.
Con lo cual, si Usted fue uno de esos que mando un mensaje en cadena para el día del amigo, el año que viene piénselo mejor: el amigo que lo recibió seguramente preferirá recibir un llamado o un mensaje personalizado, o que no lo mande nada (porque lo puede ofender).
Lo mismo, en su próxima campaña de marketing que haga con sus clientes.