El otro día hojeando un diario, leo una nota que le hacen a un músico argentino llamado Gillespi de sobrenombre (su nombre real es Marcelo Rodriguez). Gillespi es un trompetista bastante conocido en Argentina, más allá de su música, por sus incursiones como conductor y humorista. Portador de un humor ácido y bastante carisma, lo cierto es que hace tiempo está instalado en medios como TV y Radio con programas propios y bastante audiencia. Su programa actual de radio se llama Burundanga en Radio Nacional.
En la nota de referencia, el músico anunciaba una serie de conciertos a realizar en otro país y daba detalles de los mismos. En una parte de la nota, el periodista le consulta: “Pero vos haces de todo, ¿Por qué?”. Su respuesta me llamó la atención.
Dijo algo así como “prefiero hacer de todo, que vender mi música. En mi música hago lo que quiero y no transo en nada. Pero para no ponerle presión a mi música, hago todo tipo de otros trabajos. Si quisiera vivir de mi música, debería ceder a cosas que no quiero. De esta forma, la mantengo intacta. Además, las otras cosas que hago, me llevan público a mi música, que no es poco”.
Me hizo acordar hace unos años, en un banco donde trabajé, donde tenía de compañero a una persona cercana a jubilarse, que era un experto en arte. Pero experto “en serio”, es decir un reconocido curador de arte y con fama ganada y reconocimiento. Lo interesante de este caso, que trabajaba en horario completo, en el sector “Giros y Transferencias”. Muy buen empleado, pero sin grandes aspiraciones de desarrollo de carrera. Lo caracterizaba su serenidad y buen trato. Otro ejemplo de la dualidad como la antes presentada.
Si bien se dice que el mejor trabajo es aquel donde uno puede desarrollar su vocación, NO siempre es así. Y no está mal, ser consciente de eso y vivirlo sin drama. En los casos anteriores, las aguas no estaban mezcladas sino bien separadas. El trabajo es trabajo, es lo que me da de comer. Y punto. Pero mi espacio de satisfacción y logro, pasa por otro lado.
¿Entonces? No existen los caminos únicos ni las fórmulas perfectas. Lo que está más que claro, es que la felicidad puede pasar por encontrar un lugar para desarrollarse a pleno. ¿En el trabajo? Puede ser como no puede llegar a ser en ese lugar. Puede pasar a segundo plano el trabajo diario, sin que eso signifique sacarle responsabilidad a la tarea diaria. Un tema que muchas áreas de recursos humanos deberían considerar y sincerar.