Límites playeros

Estamos en época de vacaciones y les comparto una anécdota playera.

Es común que cuando uno va a la playa se vea lleno de gente, y de vendedores ambulantes. El recorrido de los vendedores es incesante, vienen de acá para allá, algunos con cosas en sus manos y otros más sofisticados con carromatos con mercadería. Son muchos y ofrecen de todo, algunos en forma directa y otros en forma más distante y paciente.

Es también común saber que el precio que primero te ceden, es un primer precio referencial, pero no es el precio definitivo: hay espacio para negociar. Pero, ¿hasta dónde se puede negociar?

Con esa situación me encontré hace unos días. Queriendo comprar una prenda, al precio ofertado por primera vez, le hice una contraoferta: como resultado, su precio original de 60 reales bajó a 50 reales. Pero yo le contraoferté de entrada mi precio: 40 reales.

Creyendo que era una buena contraoferta, me planté en ese valor: 40 reales o no te compro. El vendedor, sin perder nunca la sonrisa, me compartió un simpático: NO.

Creí que era parte de la negociación. Yo tenía el poder, yo tenía el dinero, y él la necesidad de vender. Prendas como estas hay muchas, y lo que faltan son compradores. “Mi valor ofertado es importante”- me dije. Volví a insistir en 40 reales. La respuesta fue: NO.

Tal vez 40 no era el precio, pero tampoco 50. “Algo debo también ceder”- me dije. Y ofrecí 45. La respuesta fue NO. ¿47? NO. Ya en una disputa de egos, le dije “¡48! Último valor”, sabiendo que ya entre 48 y 50 la diferencia era nada …

NO, 50 el último precio. Con la derrota encima, saqué mi billete y compré resignado la prenda.

¿Qué me dejó esta experiencia playera? Me demostró que en los negocios, también se deben conocer los límites: hasta dónde puedo llegar y hasta donde no. Donde ceder y donde no. No todo justifica el dinero recibido, puede ser muy seductor o complaciente, poder ceder hasta ponerlo en situación crítica, pero no todo es para decir Sí. Saber decir No, marcar los límites es parte del buen management. El amigo vendedor de la playa me lo recordó con sus 50 reales innegociables.

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Diego Regueiro

Director Ejecutivo
www.marketingyestrategia.com


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