Primera situación: Presentación magna del lanzamiento de un nuevo proyecto en la empresa, que demandará una fuerte inversión y se proyecta lanzar a fines del año próximo. Te encontras dándote vuelta y diciéndole a un compañero: “si llegamos, somos Gardel”.
Segunda situación: Armaste una propuesta para mejora de una serie de procesos, para la búsqueda de eficiencia. Ante tu equipo les decis “seguramente todo esto es al divino botón, pero lo hacemos igual”.
Si esto te pasa o te pasó, tengo malas noticias: seguramente fuiste contagiado del virus del “cinismo gerencial”. ¡Cuidado!
El cinismo gerencial, cuando ingresa en la sangre, puede ser devastador. Porque es difícil volver del cinismo, el cinismo es cómodo, porque te posiciona en la confortable vereda de enfrente, la vereda del “por las dudas” y el “no va a andar”.
El cinismo gerencial es lo opuesto a la buena onda y el optimismo necesario, en cosas poco ciertas, para que en los momentos bravos, se siga … con esperanza. Por el contrario el cinismo es devastador, todo es gris o negro, casi por las dudas, y como las chances de fallar siempre son altas, se puede dar que la realidad confirme tu cinismo y se refuerce el comportamiento.
¿Tiene cura este cinismo? Si, claro, pero para eso hay que reconocerse en la patología. Si te ves a vos mismo con comentarios y posturas parecidas a las situaciones planteadas arriba, es recomendable “masticar” esos comentarios, deglutirlos y no escupirlos, y calibrar internamente todo aquello que pueda ser y acercarse a lo que es la actitud cínica. En uno mismo, y en el resto de la gente. De a poco, con paso firme, se puede volver a la normalidad.